Todo evoluciona, y esta afirmación se hace aún más real en el mundo de la tecnología donde, en los últimos 20 o 25 años, lo único que hemos visto ha sido evolución y avance en todos los dispositivos, procesos y piezas que componen los dispositivos.
Entre esas piezas o componentes, destacamos la evolución de los discos duros o unidades de almacenamiento.
En el post anterior describimos cada uno de los tipos que había y, en este, vamos a comparar las SSD tradicionales y las nuevas SSD M.2.
- SSD.
La primera vez que se habló de estos dispositivos fue en 2003. Supuso un gran avance pasar del HDD mecánico a un dispositivo con memoria flash que no necesita que un lector busque la información, lo que se tradujo en una mayor velocidad de las lecturas y los accesos.
Con los años, también estas unidades han ido mejorando, aspectos como su tamaño o su calidad de vida.
La velocidad máxima que alcanza un SSD es de 600 MB/s, que en comparación con el máximo que alcanza su predecesor el HDD, que el máximo es de 480 MB/s en su versión más moderna.
No obstante, a día de hoy los 600 MB/s de un SSD a veces no es suficiente. Es por eso que las SSD volvieron a evolucionar, dando lugar a las SSD M.2.
- Unidades M.2
A diferencia de su predecesor, las unidades M.2 ha redefinido los límites de la velocidad, prestando atención al formato -ya que la M.2 es mucho más pequeña que las SSD o los HDD- y a la forma de conexión -ya que los M.2 se conectan directamente a través de los puertos PCIe, aumentando de esta manera tanto la velocidad como la amplitud de transferencia-.
Hasta ahora, unidad M.2 alcanzaba velocidades máximas de hasta 3000 MB/s en escritura y 3500 MB/s en lectura. No obstante, recientemente la marca PNY lanzó su SSD M.2 GEN4 cuya velocidad máxima de lectura alcanza los 7500 MB/s en lectura y los 6850 MB/s en escritura, convirtiéndose así en el SSD M.2 más rápido del mundo.
Además del tamaño y la velocidad, otras ventajas que nos ofrece la SSD M.2 son:
- Menor consumo, ya que no necesitan elementos mecánicos y funcionan a poco voltaje y, por lo tanto, también reducen la temperatura.
- Al no necesitar cables, nos ofrece un entorno más ordenado de nuestro hardware.
- Menor tasa de fallos en las transferencias.
Nosotros tenemos claro con cuál nos quedamos, ¿vosotros?